lunes, 3 de septiembre de 2007

CANCIONES

Recibiré postales del extranjero, tiernas y ajadas, besos, recuerdos.
¿Cómo están todos? Te echo de menos. Cómo pasa el tiempo...

Seremos otros, seremos más viejos y cuando por fin me observe en tu espejo,
espero al menos que me reconozca, me recuerde al que soy ahora.

Aquellas manos, aquella mujer, aquel invierno no paraba de llover,
perdona que llegue tan tarde, espero saber compensarte.

Estás tan bonita, te invito a un café, la tarde es nuestra, desnúdame.
Tras el relámpago te decía: "Siempre recogeré flores en tu vientre".

Otro hombre dormirá contigo y dará nombre a todos tus hijos.
Ven, acércate a mí, deja que te vea,
que otras primaveras te han de llevar muy lejos de mí.

Vértigo, que el mundo pare, que corto se me hace el viaje.
¿Me escucharás, me buscarás, cuando me pierda
y no señale el norte la estrella polar?

Las frías mañanas en la facultad, tú casi siempre huías conmigo al bar,
y me enfadaba si preferías el aula a mi compañía.

Sobre la mesa botellas vacías, qué sano es arrancarte esa risa,
y ahora cambiemos el mundo, amigo, que tú ya has cambiado el mío.

¿Qué haré cuando te busque en la clase, y mi eco me responda al llamarte?
Otros vendrán y me dirán que te marchaste,
que te cansaste ya de esperar.

Vértigo, que el mundo pare...

Y la ronquera, los traicioneros nervios, que me atacan antes de cada concierto,
viejas canciones, antiguos versos, que espero retenga algún eco.

Y en el futuro espero, compañero, hermanos, ser un buen tipo, no traicionaros.
Que el vértigo pase y que en vuestras ventanas luzca el sol cada mañana.

Pero basta de lamentos, brindemos, que es el momento,
que estamos todos y no falta casi nadie,
que hay que apurar la noche que acaba de empezar.

Vértigo, que el mundo pare...

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